Quien aparece en la foto es Aníbal, cumple años cada 8 de Febrero y es el compañero fiel de mi amigo Leandro, también lo es de Pablo pero ese es otro tema… Volviendo a Aníbal, debo decir que en cuanto lo vi mi primera impresión fue ¡qué arisco parece! al observarlo mejor y empezar a tratarlo pensé inmediatamente lo contrario: es un perro con cara de enojado hasta que hace algún gesto burlesco con su lengua y se descubre lo mimoso que es.
Al respecto, me pregunté ¿Cuántas veces me había formado la opinión de una persona en base a la primera impresión?, sin tener en cuenta el contexto, la situación, las emociones… ¿Cuántas veces me había visto influenciada por una opinión externa, sobre otra persona? ¿Me doy la posibilidad de cambiar de opinión? ¿Hago el intento de conocer a la persona a pesar de mi primera impresión o ya está? ¿Cuánto me condiciona esa primera impresión?
“Nosé si alguna vez te diste cuenta pero, las primeras impresiones son a menudo, totalmente equivocadas”.
– Daniel Handler (Lemoney Snicket) –
Muchos especialistas explican que para formarnos una primera impresión sólo hacen falta pocos segundos, dónde ya sabemos si la persona nos gusta o no, que sensación nos genera, si hay cierto “feeling” o conexión o no; Son muchos los detalles que pueden incidir al crearnos una etiqueta sobre la persona, ya sea por su apariencia física, su voz, algún gesto, postura corporal, etcétera. Y si bien, son estos escasos segundos los que cuentan para formarnos una opinión sobre alguien, y para dar nosotros mismos también una primera buena impresión, esto se debe a un aspecto que utilizamos como recurso de protección ante lo desconocido: si a la persona que tenemos delante nuestro, la consideramos como peligrosa o indeseable, nuestra primera reacción será huir. Por el contrario sucederá si esa persona nos genera simpatía o calidez, donde intentaremos acercarnos a ella.
Las personas hacemos evaluaciones instantáneas para tomar decisiones al momento todo el tiempo. Estos análisis aparentemente tan rápidos, guardan estrecha relación con nuestra personalidad, con nuestras experiencias y también con nuestras necesidades, además de contar con nuestro instinto para guiarnos de forma inmediata si algo/alguien es inofensivo o no.
La realidad es que todos tenemos prejuicios positivos o negativos sobre alguien, algo o un hecho en concreto, la diferencia radica en reconocer eso y avanzar o quedarme allí.
Desde el coaching, podemos aprender a darnos cuenta cuándo estamos actuando desde nuestra forma de comunicarnos que es ese juicio u opinión, para fundamentar el mismo y en base a ello, saber que tipo de esfuerzo haremos para generar o no una relación con las personas, basadas en ésta primera impresión.
Porque cuando interiorizamos que estoy opinando bien de alguien por como se viste, por cómo habla, cuando lo hace de manera más informal lo cual genera una sensación de cercanía porque me recuerda a mi círculo de amistad más cercano; O de quien se viste de manera más delicada o elegante lo asociaré a alguien desapasionado; Y así un sinfín de casos en que nuestra opinión sin fundamentar son símbolo de verdad indiscutible al momento de etiquetar a las personas: ¡qué mal mal/a padre/madre! a quien llega tarde una vez buscar a su hijo/a al colegio; “provocativa” a la mujer que esa mañana decidió usar más labial que el habitual para ir a trabajar y que “sensible” a aquella persona que elige comentar cómo se sintió en el concierto al que asistió ese fin de semana.
Mientras no seamos conscientes que en nuestra vida cotidiana generalmente nos comunicamos desde la subjetividad de nuestras opiniones, que no es lo que es o quien es, sino cómo lo percibimos desde quienes somos nosotros, seguiremos cerrándonos en esos prejuicios. Cuando éstos son negativos, sin el conocimiento necesario que los fundamente, nuestra actitud será hostil y adversa hacia una persona que identificamos como perteneciente a un grupo; Y más aún si ese grupo no es parecido al propio, como puede extenderse según la cultura, clase social, orientación sexual, profesión, nacionalidad, religión, etcétera.
Los prejuicios positivos también sin fundamentar, acerca de algo o alguien, puede ser beneficiosos o perjudiciales para dicho ente o nosotros mismos. Si bien nos predisponen a tener una actitud más abierta hacia una persona o grupo, es importante tener en cuenta lo que se conoce como “efecto de halo” por el cual, atribuimos una totalidad de buenas características a una persona, lugar o cosa en base a una de ellas desde nuestra impresión, por ejemplo, creer que una persona que nos gusta fisicamente también pensará, opinará y actuará de acuerdo a la expectativa que generamos por su aspecto.
La primera impresión tiene mucho valor en situaciones concretas cómo en una entrevista de trabajo, en una primera cita, en el primer día de colegio o universidad… cuando no podemos controlar la impresión que causamos en la otra persona, lo que sí podemos hacer es tratar de ser lo más naturales y fieles a nuestra autenticidad, posible.
“Si las primeras impresiones tenían alguna importancia, no podría haberlo hecho peor.”
Dice un personaje del libro `La llave de la luz´ de Nora Robert (pág. 108).
Una primera impresión puede ser importante pero, quedará confirmada o rechazada por la experiencia que surja del tiempo que le dediquemos a esa relación, para llegar a conocer a la persona en todo su contexto, no a partir de un reflejo sobre ella.
Creo que es importante avanzar e ir despojándonos de tantos prejuicios, ya que son más las desventajas que beneficios que éstos nos traen a nuestras relaciones sociales. Aprendamos a opinar y entonces, también sabremos cuando escuchamos una opinión y no una verdad absoluta, aprendamos a fundamentar lo que decimos y a pedir fundamentos cuando queramos saber ¿por qué dices esto? ¿para qué lo dices?.
Los juicios son opiniones, interpretaciones, con los que creamos una realidad nueva. Serán verdaderas o falsas, de acuerdo con la evidencia que se provea y sea aceptada por los demás.
Teniendo en cuenta ésta distinción, podremos generar conversaciones poderosas que nos lleven a crear relaciones sanas.
Geor! Me encanta este post
¡Muchas gracias Magui!
Genial!!! 😉
¡Muchas gracias Jime!
Muy bueno Geor!! Para ponerlo en práctica
¡Gracias Clari!Que sirva como primer paso para darnos cuenta sobre la importancia que le damos a las opiniones y como nos relacionamos desde ellas 😉