Argentina, campeona del mundo.

Hoy, la mayoría de las personas que conozco, se han despertado con esa hermosa sensación de sueño cumplido, con disfonía en sus voces tras los gritos y emociones de todos los colores, con la alegría infinita de saber que «se hizo justicia» y finalmente Messi tiene el premio que merecía (los futboleros suelen utilizar la frase “el futbol siempre da revancha”;  pero no sé si llamaría a esta expresión una norma de ese, o cualquier otro deporte) y también amaneciendo con un poco de incredulidad y chequeando si ¿es real?, porque cuesta caer en que finalmente se dió:

ARGENTINA ES CAMPEÓN DEL MUNDO. MESSI ES CAMPEÓN DEL MUNDO. El mejor jugador en el mejor equipo.

Este equipo, que logró volver a ilusionar con su juego, pero especialmente con la calidez y alegría que ellos demuestran, con la unión que los lleva a trascender las rivalidades que desde afuera intentan meter; competir por el mismo puesto, es sano; abrazar a tu compañero que está jugando de manera impecable y felicitarlo por ello, a pesar de que quizás quien era titular hasta entonces en dicho lugar del campo, ni entró a jugar el partido; demuestra que estos jugadores apartaron el propio ego, no buscaron el estrellato individual, dejaron de lado la conquista del logro de sus marcas personales, por trabajar en y para el equipo, accionaron por compartir la visión del equipo. Esto significa “vamos y tiramos todos para el mismo lado”, ¿A dónde queremos llegar como equipo? a jugar el  partido del 18 de diciembre de 2022, a jugar esa final, contra quien sea. ¿Qué necesitamos? si tenemos al mejor jugador del mundo ¡aprovechemoslo!.

Creo que este es uno de los toques distintivos de “la Scaloneta”: el grupo de personas que jugó como un equipo. Desde el coaching, eso se traduce a que todos los integrantes nos necesitamos para conseguir la meta propuesta. Esa es la diferencia entre trabajar en equipo y ser un grupo de personas con un objetivo en común (por ejemplo, ganar la copa del mundo).

Además, este plantel junto a su staff técnico, demostraron que los hombres también lloran, también necesitan expresar sus emociones, gestionar las mismas y proteger su salud mental ( tal es el caso de Emiliano “Dibu” Martinez que habla de su psicólogo en las entrevistas) de la misma manera que hacen con su salud fisica.

Que también necesitan del apoyo  y contención de sus familiares y de su círculo cercano, de sus palabras de aliento, de los abrazos que cuidan, de las lágrimas compartidas que alivian la carga… de esas primeras personas que buscaron para compartir la alegría de ser campeones del mundo. Eso los hace vulnerables, humanos y ejemplo de que en compañía, se llega más lejos.

Y como en todo equipo, se necesita de una conducción: la claridad, humildad, mentalidad, respeto y coherencia con la que el entrenador Lionel S. Scaloni siempre actuó, rodeado de un cuerpo técnico de iguales valores (¿Marca Pékerman?) refleja del carácter de este equipo.

Y estoy segura que, la mayoría de las personas del mundo, querían que el capitán y líder de esta selección de futbol, ganara “su” copa; Messi siendo Messi; Messi recreándose, Messi divirtiéndose de la mejor manera, Messi arropado y cuidado, Messi brillando y haciendo brillar… Messi  con su templanza, con su fortaleza mental, con su fe, con su humildad, con su magia, logró cumplir un valioso sueño personal; siendo ejemplo hasta sin proponérselo, al señalar la importancia de “seguir intentando, de caer y saber levantarse”.

Messi nos invitó a seguir confiando. Y todos disfrutamos de verlo feliz.

GRACIAS TOTALES a este equipo, por la felicidad que inunda casi todos los rincones del mundo. Por jugar al futbol con tanta pasión.

GRACIAS TOTALES a Messi, por ser argentino, por amar y elegir la celeste y blanca.

En palabras de Eduardo Galeano:

“El futbol es un espejo al mundo; la vida se refleja allí: lo mejor y lo peor de la condición humana se refleja en la cancha.

Hay que desconfiar de los mesianismos y de los mesiánicos. El único mesianismo que no es peligroso se llama Lionel Messi. 

Tiene la alegría de jugar; lo hace como un niño en el potrero. Ojalá no lo pierda nunca. Es excepcional, porque un jugador excepcional ya tiene que cuidarse las piernas de otro modo, pero él juega como olvidándose de que es el número uno.

Lionel Messi no se cree Lionel Messi, por suerte, porque a mí la gente arrogante me parte el hígado”.

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